En este Primero de Mayo, los trabajadores y la sociedad argentina nos encontramos frente a un escenario marcado por una crisis social, económica y política de final incierto.
Mientras el mundo asiste a una profunda turbulencia en el marco del reordenamiento estratégico de los países centrales; los periféricos se alinean a planes de integración social y económica que les permitan fortalecerse frente a los cambios que se avecinan, en tanto Argentina pareciera ir en el camino contrario, abriendo fronteras a las mercancías extranjeras, desprotegiendo el mercado interno, desarmando lo construido con tanto esfuerzo, endeudando desmedidamente por generaciones enteras a nuestro país, no para encarar planes de reactivación, sino para otorgar beneficios financieros y fiscales desmedidos a los grupos económicos más concentrados, entre ellos, las empresas de amigos y familiares del poder de turno.
La caída del empleo y la pérdida de poder adquisitivo del salario van de la mano con el cierre de fábricas, empresas de servicios y comercios, la destrucción de las economías regionales y el deterioro del mercado interno generada por una espiral inflacionaria que no se detiene. Frente a ello, el gobierno quiere imponer un techo del 15% a las negociaciones paritarias, cuando el aumento de la canasta básica ya ha superado esa cifra en lo que va del año, y el de los servicios básicos ha sobrepasado hasta un 1350 por ciento. La desprotección a nuestros mayores, con jubilaciones y pensiones de hambre, se agrava con el cercenamiento de beneficios y medicamentos por parte de la ANSES y el PAMI, al mismo tiempo que se ejecuta una desvergonzada transferencia del ahorro de nuestros jubilados para saldar las anomalías presupuestarias de algunas administraciones provinciales.
Millones de argentinos padecemos, más que un ajuste económico, un verdadero estrangulamiento de nuestras condiciones de vida. Su fruto se destina a enriquecer a sectores amigables del poder, como las mineras, el juego y las finanzas, que se han beneficiado de quitas de retenciones y la desregulación de sus actividades. Al mismo tiempo se ejerce una insostenible presión directa contra los trabajadores y sus organizaciones, se incumplen compromisos públicos como la eliminación del Impuesto a las Ganancias sobre los salarios y se siguen acumulando abultadas deudas con nuestras Obras Sociales.
Como agravante de este cuadro de situación, la clase política, sin distinción de banderías, ha resuelto desarmar sus identidades históricas, tanto dentro como fuera de las estructuras partidarias. Se agudiza así la crisis de representación política que nos afecta hace tiempo, favoreciendo a quienes descreen de la democracia e intentan salidas corporativas.
Las promesas electorales se han reemplazado groseramente con frases huecas y falsedades que agreden el sentido común; así pretenden resolver los graves problemas políticos con la mera imagen de sus referentes, asignándoles más importancia a las formas que a los contenidos, anteponiendo las figuras a los principios, las ideas y las propuestas.
Se intenta transformar al ciudadano en consumidor de fantasías publicitarias, para deteriorar su condición de “sujeto de cambio” y reducirlo a mero espectador, limitando sus aspiraciones a una vida mejor, a la posibilidad de votar cada dos años y menoscabando o incluso anulando su derecho constitucional al reclamo y la defensa del interés nacional.
Ante este panorama, destacamos la madurez y la responsabilidad de nuestra organización, condiciones que ha demostrado promoviendo y generando el diálogo indispensable en una democracia adulta; actitud que no ha sido correspondida efectivamente por el Poder Ejecutivo.
Es por todo ello que, en este Primero de Mayo, la Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte manifesta que la reorganización de nuestra CGT, con todos los sectores del Movimiento Obrero, debe ser el paso indispensable para la respuesta orgánica, frente al proceso de luchas que consideramos inevitables si el gobierno persiste con un programa económico cuyo horizonte son más y peores medidas a las que ya se han adoptado en perjuicio del Trabajador, del Pueblo y de la Patria.
UNIDAD PARA ORGANIZAR LA LUCHA